Monday, November 30, 2020

Crisis económica Covid vs Gran Recesión 2009-2012: Una comparativa

La economía española encara el último mes del que con total seguridad va a ser el año con la mayor caída del PIB desde el periodo de Guerra Civil 1936-1939. Las previsiones apuntan a un descenso en el entorno del 11-12%. Nunca antes en tiempos de paz habían visto desplomarse tanto la actividad económica del país como en este 2020 asolado por la pandemia. Por ponerlo en contexto, en la anterior crisis financiera de 2008-2012 el PIB nunca llegó a caer por debajo del 3,5% anual.

Esta situación excepcional hace a muchos reclamar medidas igualmente extraordinarias para hacer frente a la situación. Si en la anterior crisis de hace una década el Gobierno se vio obligado a recortar los sueldos de los funcionarios un 5%, y congeló las pensiones, entre otras medidas de ajuste, ¿cómo es posible, por ejemplo, que el Ejecutivo actual, ante la mayor caída de la economía en casi un siglo, haya decidido actualizar con el IPC el sueldo de los empleados públicos y de los pensionistas? 

Dejando aparte valoraciones políticas sobre estas decisiones, en las que elijo no entrar, lo cierto es que en esta entrada me gustaría desarrollar un poco la idea de cómo es un poco engañoso contraponer las decisiones de política económica que se están tomando ahora con las elegidas hace 10 años. 

El hecho de haber sido testigos en el plazo de unos pocos años de dos crisis "sistémicas" puede quizá llevarnos a pensar que las medidas para hacerla frente puedan ser similares. Pero esto nos hace perder de vista el contexto económico, institucional, en el que se producen ambas. Y el contexto en este caso es un elemento diferencial.

La destrucción de tejido económico que estamos viendo este 2020 es espantosa. Muchas personas se han quedado sin trabajo de la noche a la mañana, y lo peor, sin perspectivas de volver a recuperarlo a corto plazo. Infinidad de empresas y negocios han tenido que echar el cierre, sepultando los sueños de sus dueños y empleados. Miles y miles de personas han engrosado de golpe las listas del paro. Las entidades humanitarias que asisten y reparten alimentos a los más desfavorecidos han visto cómo se forman colas cada vez más  numerosas ante sus instalaciones. 

Y sin embargo, podría haber sido mucho peor. 

En concreto, identifico cinco grandes factores que pesaron de manera clave en el agravamiento de la anterior crisis y que nos han dado un respiro, al menos hasta ahora, en la crisis actual. 

1) En primer lugar, los mercados. En primavera de 2012, la prima de riesgo de la deuda pública española frente al bono alemán llegó a superar los 600 puntos. Los telediarios abrían los informativos con el dato y era un tema de conversación en los bares. Cada subasta del Tesoro era como una final de la Champions, con un desenlace incierto y nervios a flor de piel. 

Ahora mismo, la prima de riesgo está en 64 puntos. El coste medio de la deuda ha pasado del 4,07% en 2011 al 1,86% hoy día, y el coste de emisión del 3,90% al 0,21%. El pago de intereses representaba el 8,9% del PIB en 2011, y el 5,6% hoy, y eso que la deuda ha pasado de equivaler un 70% del PIB en 2011 a un 119% previsto a final de 2020.  



Esto significa que a pesar de la gravedad de la crisis, el Estado está pudiendo acudir a los mercados para financiarse y obtener recursos con los que sufragar todo el gasto necesario para sostener la economía durante el confinamiento. 

2) En segundo lugar, el BCE. En 2011, en plena crisis soberana europea, el BCE bajo Jean Claude Trichet subió los tipos de interés, agravando aún más la recesión y endureciendo aún más las condiciones de financiación y liquidez en países como España. En 2012, vino Mario Draghi, protagonizó su momento whatever it takes y desde entonces la institución monetaria europea se ha convertido en un baluarte en defensa de la economía europea. 

El BCE durante esta crisis ha regado de liquidez el mercado comprando 1,35 Billones de euros en todo tipo de activos de empresas e instituciones del continente, y ha prestado ingentes cantidades en condiciones muy ventajosas a los bancos de la zona euro con el fin de mantener a flote el crédito bancario. 

3) En tercer lugar, los bancos. Fueron los principales responsables de la crisis anterior, con sus carteras de créditos fallidos vinculados al ladrillo y sus problemas de gobernanza y acceso al mercado (en el cajo de las cajas de ahorros) que provocaron que España tuviera que aceptar un rescate de su sistema financiero, dinero que utilizamos para nacionalizar Bankia o Caixa Catalunya, entre otras. 

En esta ocasión, los bancos no solo no han tenido nada que ver con la crisis sino que están arrimando el hombro para superarla, colaborando con el Estado en la concesión de más de 100.000 millones de euros en créditos del ICO a empresas afectadas por la crisis.  



4) En cuarto lugar, la Unión Europea. Si en 2011 Angela Merkel se dedicaba a torturar a los ciudadanos griegos con una serie de rescates que impusieron condiciones draconianas al país, que resultaron en un empobrecimiento de sus ciudadanos, y desde Bruselas se acusaba a los PIGS del sur de Europa de despilfarrar los años de bonanzas, ahora una Unión Europea liderada por la misma Angela Merkel ha aprobado un histórico programa de eurobonos y ayuda para la reconstrucción de los países más castigados por el Covid de 750.000 millones de euros, de los cuales España recibirá 140.000 millones, es decir, el equivalente a casi tres veces el rescate financiero de 2012.  

5) En quinto lugar, los ERTEs. Fue un gran acierto que se aprendiera de la experiencia de 2008-2012, cuando en Alemania muchas empresas regularon de forma temporal el empleo de sus trabajadores, que volvieron a sus puestos cuando las condiciones mejoraron, y en cambio en España el desempleo escalara hasta el 26% por la incapacidad de las compañías para acudir a este tipo de flexibilidad. 

Gracias a la introducción de los ERTEs en el Estatuto de los Trabajadores en esos años, durante la crisis actual millones de personas han evitado ingresar las listas del paro. Casi 3,5 millones de personas llegaron a estar en ERTEs en abril, frente a los 600.000 actuales, lo que ha permitido que el desempleo no haya llegado a los niveles que se vieron hace una década. 


Obviamente, no todo ha mejorado. Seguimos teniendo una clase política disfuncional y más pendiente de las batallas partidistas que de atender los problemas de los españoles. Si en 2010 el Gobierno aprobó el plan de ajuste que evitó el rescate de la economía española únicamente gracias al voto de la CiU que entonces encabezaba Duran Lleida en Madrid (what an unfortunate turn of events...), en esta ocasión, los partidos centrales del sistema político han sido incapaces de ponerse de acuerdo ni siquiera ante la mayor crisis económica de la historia reciente.

Pero al menos, alivia pensar que algunos elementos del contexto económico y de la arquitectura institucional que nos hemos dotado entre todos, en esta ocasión han evolucionado a mejor, y han contribuido a atenuar el impacto de la crisis sobre los españoles, que hubieran sufrido aún más si hubiéramos tenido que encararla en las mismas condiciones que lo hicimos hace 10 años.  

Monday, November 9, 2020

Four more years, un escenario paralelo

Todos los análisis de la victoria de Biden se centran ahora en si Trump va a admitir su derrota o no, y en las perspectivas para los próximos cuatro años de la nueva administración que gobernará el país desde enero.

En estas líneas, me gustaría darle una vuelta a pensar qué hubiera pasado si los recuentos no se hubieran dado la vuelta a partir del día siguiente a la votación, y Trump hubiera conseguido revalidar su mandato por los próximos cuatro años. Es algo que realmente estuvo muy cerca, tan solo por unos miles de votos en unos pocos estados. Pudo haber pasado. 

Los historiadores prefieren hablar de procesos complejos para explicar la evolución histórica,  tendencias a largo plazo que se fraguan mediante un conjunto amplio de factores, en los que los sucesos concretos y los personajes históricos tienen una importancia relativa, siempre subordinada a las macrotendencias.

Y sin embargo, hay momentos concretos en la historia que son auténticamente decisivos para el devenir de la humanidad. Puntos de inflexión, protagonizados por personas concretas que influyen en el futuro de todos. El ejemplo más citado es el asesinato en 1914 del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, que dio origen a la primera guerra mundial. Pero no es el único.



La serie The Man in the High Castle, que se emite en Amazon Prime Video, narra la historia de un universo alternativo en el que las potencias del Eje ganaron la segunda guerra mundial, y el mundo está dominado por el III Reich. En 1933 Franklin D. Roosevelt, cuando era presidente electo, como ahora Biden, sobrevivió milagrosamente a un intento de asesinato por parte de Giuseppe Zangara. En la serie, ese asesinato se consumó, y eso dio pie a una serie de acontecimientos que desembocan con la victoria de Hitler en 1945. 



En su magnífico libro "To the Finland Station", sobre el origen y desarrollo del comunismo, Edmund Wilson explica todos los factores sociales, económicos, históricos, que contribuyen a la consolidación del movimiento comunista en el mundo, así como la indispensable labor teórica de Marx, Engels y muchos otros. Pero sin la figura concreta de Lenin en la Rusia de principios del siglo XX, quizá el comunismo nunca hubiera tenido el mismo recorrido en los siguientes 120 años.

Hay momentos en la vida de los pueblos que sucesos concretos suponen un punto de inflexión que modifican la evolución de la historia. 

Quizá estas elecciones sean uno de esos momentos. 

Quizá, cuatro años más de Trump, en este 2020, en medio de una pandemia con millones de muertos en todo el mundo, de crecientes hostilidades entre superpotencias, de polarización extrema y de inestabilidad social, de crecientes desigualdades económicas, raciales, hubieran supuesto la gota que colma el vaso, y el mundo hubiera entrado en una senda de caos, egoísmo creciente en las relaciones internacionales y deterioro acelerado de las instituciones que sería ya imposible de revertir.

Si en cuatro años, Trump ha abandonado el Acuerdo de París contra el cambio climático, ha salido de la OMS, ha sustituido el multilateralismo y la arquitectura institucional consolidada en los últimos 75 años por las relaciones bilaterales, preferentemente con líderes como Putin, Erdogan, o Kim Jong Um, ha roto el acuerdo de desmantelamiento nuclear con Irán y ha puesto patas arriba el libre comercio internacional con leyes draconianas y nacionalistas, entre otras muchas cosas, ¿qué hubiera pasado de aquí a 2024 con un Trump dispuesto a "hacer historia" en su segundo mandato? ¿Hacia dónde se hubiera conducido el mundo? 

Nunca lo sabremos ya. Y es obvio, la llegada de Biden no resuelve ninguno de nuestros problemas. Su capacidad de cambiar lo que no funciona en el orden internacional es limitado, y 71 millones de personas han votado a Trump, es decir, que aunque su líder esté acabado (yo sinceramente veo imposible que pueda llegar políticamente vivo en 2024) el trumpismo está en plena forma. 

Pero quién sabe. Quizá una gestión moderada y sensata del país durante los próximos cuatro años, aunque no logre avances radicales, al menos poco a poco contribuya a reducir la polarización y el enfrentamiento extremos y sirva de ejemplo al resto del mundo. 

Yo quiero pensar que en 2024 el mundo estará en un lugar mejor de lo que nunca hubiera estado si llega a ganar Donald Trump estas elecciones. 


Crisis económica Covid vs Gran Recesión 2009-2012: Una comparativa

La economía española encara el último mes del que con total seguridad va a ser el año con la mayor caída del PIB desde el periodo de Guerra ...